Gestionar la depresión en la enfermedad de párkinson es complejo y requiere de varias acciones para lograrlo. Además, de atención psicológica y apoyo familiar.
El déficit de dopamina generado por la enfermedad de párkinson no sólo provoca problemas físicos y cognitivos. También surgen problemas emocionales y entre ellos uno de los más comunes y temidos es la depresión.
Una sensación de tristeza prolongada, sensación de apatía, falta de placer con actividades que antes nos agradaban, aislamiento social, falta de concentración… Son algunos de los síntomas que la persona afectada de párkinson puede estar sintiendo a causa de la depresión secundaria a la enfermedad.
Romper el ciclo vicioso que provoca en el comportamiento y pensamiento de la persona con depresión requiere de constancia y apoyo parte de las personas allegadas.
Algunos de los pasos que deberemos seguir son los siguientes:
- En primer lugar, debemos identificar los síntomas.
- Ajustar las expectativas a la realidad.
- Premiar los pequeños pasos en positivo.
- Mantener una buena red de apoyo social.
- Ejercicio físico moderado e intenso.
- Mantener una rutina diaria.
- Seguir el tratamiento médico.
- Acudir a consulta psicológica.