Cuidar a una persona con párkinson requiere de varias capacidades que pueden entrenarse. Como la empatía y la capacidad de organizarse.
Cuidar a una persona con párkinson requiere de una profunda empatía, una paciencia infinita y, sobre todo, una excelente capacidad organizativa. La empatía es fundamental para comprender y responder adecuadamente a las necesidades emocionales y físicas del paciente, ya que esta enfermedad afecta tanto al cuerpo como a la mente. La paciencia es indispensable debido a la progresiva pérdida de autonomía que experimenta el paciente; las tareas diarias pueden volverse desafiantes y tomar más tiempo de lo habitual. Además, es crucial mantener una organización rigurosa para gestionar las citas médicas, la medicación, las terapias y el seguimiento de la evolución de la enfermedad. Un cuidador debe ser capaz de planificar y ajustar las rutinas diarias, asegurando un ambiente seguro y cómodo para el paciente. Proporcionar apoyo constante y adaptarse a los cambios en las necesidades del paciente no es una tarea fácil, pero con dedicación y una actitud positiva, se puede mejorar significativamente la calidad de vida de la persona con párkinson.